Investigación Por: Alejandra Larrea23 de diciembre de 2024

Imágenes inéditas muestran a una tribu de Brasil

Fotos recientes captadas por la organización Funai revelan a los Massaco, una comunidad aislada que lucha contra las amenazas externas en la selva amazónica.

Fotografías automáticas revelan a los Massaco utilizando herramientas brindadas por Funai.

Imágenes impresionantes tomadas recientemente en la selva amazónica muestran a una comunidad indígena no contactada que prospera, a pesar de las crecientes amenazas de deforestación y actividades ilegales en la zona. Los Massaco, llamados así por el río que pasa por su territorio, son un grupo cuyo nombre original, idioma y costumbres culturales siguen siendo un misterio. Estas imágenes son la primera vez que se obtiene una prueba visual tan clara de esta comunidad.

Las grabaciones fueron realizadas por cámaras automáticas puestas por la Fundación Nacional del Indio de Brasil (Funai), que ha trabajado durante décadas para proteger el territorio de los Massaco. Las fotos muestran a hombres de la comunidad usando herramientas que dejó Funai, lo que da una idea de su forma de vivir y sus maneras de sobrevivir. Este descubrimiento no solo confirma que este grupo existe, sino que también muestra su gran habilidad para resistir la presión de actividades humanas, como la tala ilegal y la expansión de la agricultura.

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La comunidad Massaco vive en una reserva de 421.000 hectáreas en el estado de Rondônia, cerca de la frontera con Bolivia, que es una de las áreas más afectadas por la deforestación en la Amazonia brasileña. Esta región ha recibido más atención por su biodiversidad y por la existencia de varias comunidades indígenas no contactadas. Las nuevas imágenes, publicadas por The Guardian y el periódico brasileño O Globo, han dado nueva vida al debate sobre la importancia de las políticas de protección y el efecto de las actividades humanas en estas áreas.

Una comunidad en expansión

Las observaciones de Funai indican un aumento notable en la población de los Massaco. En los años 1990, se creía que había entre 100 y 120 personas en la región. Hoy, Altair Algayer, un agente veterano de Funai que protege el territorio Massaco, dice que el número podría estar entre 200 y 300 personas. Este crecimiento es similar a las tendencias que se han visto en otras comunidades no contactadas de la Amazonia.

"En nuestras últimas expediciones y con imágenes de satélite, hemos visto más tapiris [refugios tradicionales de palma], lo que podría indicar que ya hay unas 300 personas", dijo Algayer en declaraciones recogidas por The Guardian. Estas estructuras, junto con las huellas de niños y pequeños juguetes de madera hallados en campamentos abandonados, indican que había una comunidad en crecimiento y con muchas familias.

Las imágenes también muestran que los Massaco tienen un buen entendimiento de su entorno. Sus formas de sobrevivir incluyen usar arcos de casi tres metros, que utilizan para cazar, y hacer trampas con púas de madera dura para evitar que intrusos entren en su territorio.

Métodos para proteger y aislar

Desde que se implementó la política de "no contacto" en 1987, Funai ha tomado medidas nuevas para proteger a comunidades como los Massaco. Esta política, creada para prevenir los graves problemas de salud y la pérdida cultural causados por el contacto forzado, ha demostrado ser un buen ejemplo de conservación. Entre las medidas que se han tomado está la instalación regular de herramientas de metal en lugares clave. Esta práctica tiene como objetivo evitar que los Massaco se atrevan a establecer campamentos de tala o agricultura para conseguir esas herramientas.

“Las herramientas que antes se usaban para atraer a las comunidades al contacto, ahora se utilizan para evitarlo”, explicó Algayer. Esta táctica ha reducido significativamente los riesgos de interacción y ha permitido a Funai monitorizar el movimiento de los Massaco sin interferir directamente en su modo de vida.

El aislamiento de los Massaco se ve también en su cultura y costumbres. Amanda Villa, una antropóloga que ha estado en expediciones en la zona, dice que su forma de vivir es diferente de las comunidades cercanas por cosas como tener refugios más altos, no hacerse perforaciones en el cuerpo y usar grandes arcos. “Aunque hay similitudes con los Sirionó de Bolivia, como los tapiris y los arcos largos, no podemos hacer una conexión directa.” Aún hay mucho por descubrir”, comentó Villa.

El crecimiento de los Massaco y de otras comunidades aisladas presenta nuevos retos para su conservación. A medida que la población crece, hay preocupación de que los territorios asignados puedan quedar pequeños. La deforestación, el cambio climático y las actividades ilegales siguen poniendo en peligro sus fuentes de agua y recursos naturales.

“El crecimiento de estas comunidades es una gran noticia, pero también nos alerta sobre el riesgo inminente de contacto”, señaló Algayer. Por su parte, Janete Carvalho, directora de protección territorial de Funai, destacó que “en algún momento enfrentaremos esta situación. Existe una posibilidad real de que ocurra un contacto, algo que queremos evitar a toda costa”.

Los expertos coinciden en que la protección de los Massaco y otros grupos no contactados requiere una inversión continua en recursos y la aplicación estricta de las leyes de protección territorial. Además, el monitoreo de sus movimientos y la documentación de su cultura siguen siendo esenciales para garantizar su preservación en el contexto de un mundo cada vez más conectado.

El caso de los Massaco subraya la importancia de las políticas de aislamiento voluntario como una herramienta clave para proteger la diversidad cultural y biológica de la Amazonia. Este grupo no solo ha resistido las presiones externas, sino que también ha encontrado formas de prosperar, demostrando una notable adaptabilidad y resistencia frente a los retos del siglo XXI.

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