Estados Unidos realiza operación militar sin precedentes contra instalaciones nucleares en Irán

El Pentágono reveló detalles de la Operación “Martillo de Medianoche”, que llevó meses de preparativos y apuntó contras tres instalaciones nucleares del régimen

Actualidad22 de junio de 2025 PeriodismoyPunto

Washington, D.C. — La madrugada del [fecha], las fuerzas militares de Estados Unidos llevaron a cabo una operación de gran envergadura en Irán, marcada por una acción militar significativa contra instalaciones nucleares del régimen. Aproximadamente a las 2:10 a.m., en un momento considerado crucial, uno de los siete bombarderos B-2 desplegados en la región lanzó dos potentes bombas GBU-57, conocidas como las bombas anti-búnker, contra la planta de Fordo, una de las instalaciones nucleares más protegidas del país, ubicada en una zona subterránea en una montaña.

En los siguientes 25 minutos, las fuerzas estadounidenses continuaron la ofensiva, lanzando un total de 14 bombas GBU-57 sobre objetivos en las instalaciones de Fordo y Natanz, ambas centrales en el programa nuclear iraní. Además, misiles Tomahawk impactaron en la ciudad de Isfahan, donde se sitúa otra de las instalaciones nucleares afectadas por la operación.

Esta acción militar representa un paso importante en la dinámica de las tensiones internacionales en Medio Oriente, generando diversas reacciones en la comunidad internacional y en las regiones involucradas. Las autoridades estadounidenses han declarado que estas operaciones buscan frenar actividades nucleares no autorizadas, mientras que las respuestas de Irán aún no se han hecho públicas. La comunidad internacional continúa observando con atención los desarrollos en esta situación, que mantiene en vilo a la región y al mundo entero.

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En una conferencia de prensa ofrecida esta mañana, el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor del Ejército, brindó detalles sobre una operación militar de gran envergadura en la que participaron más de 125 aviones estadounidenses. Entre las aeronaves presentes se encontraban bombarderos B-2, cazas, aviones de reabastecimiento y unidades de vigilancia, demostrando la magnitud de la movilización.

El operativo incluyó el uso de más de 75 armas guiadas de precisión, subrayando el enfoque en minimizar daños colaterales y maximizar la efectividad de la acción. Además, se implementó una estrategia de engaño mediante la presencia de bombarderos desplegados sobre el Pacífico en forma de señuelo, con el objetivo de confundir posibles defensas adversarias y proteger la integridad de la misión.

Se trata de una operación de alta complejidad y sensibilidad, cuyo impacto y alcance aún están siendo evaluados por las autoridades militares y gubernamentales.

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El portavoz del Pentágono, Caine, afirmó que no existe constancia de que se hayan realizado disparos contra aviones estadounidenses en su trayectoria, en referencia a un incidente ocurrido cerca del espacio aéreo de Irán. Caine, que compareció junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth, en la sede del Pentágono, explicó que aviones de combate despejaron la zona para verificar la presencia de posibles amenazas, incluyendo aviones enemigos y misiles tierra-aire.

“Los cazas iraníes no volaron, y parece que los sistemas de misiles tierra-aire de Irán no detectaron nuestra presencia. Durante toda la misión, mantuvimos el factor sorpresa”, indicó Caine.

Por su parte, Hegseth detalló el proceso que llevó semanas y meses de preparación, en el marco de una operación destinada a neutralizar el supuesto programa nuclear de Irán, que Occidente considera orientado a la fabricación de armas atómicas. “Estábamos listos para actuar en el momento en que el presidente Trump nos solicitó hacerlo”, afirmó Hegseth

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Nuevas imágenes satelitales del sitio nuclear de Fordo revelan una acumulación notable de escombros de hormigón dispersos en diferentes puntos del área, lo que, de acuerdo con analistas especializados, sugiere que las estructuras subterráneas de gran profundidad habrían sido dañadas por las bombas anti-búnker utilizadas en la operación.

Expertos en seguridad internacional han afirmado que la operación logró un impacto significativo en el programa nuclear del régimen, calificándola como un "éxito contundente". La ofensiva fue llevada a cabo con una fuerza aérea de siete bombarderos B-2, aviones de alta capacidad diseñados específicamente para penetrar defensas antiaéreas y desplegar armamento convencional y nuclear, además de misiles lanzados desde submarinos. La operación refleja una estrategia coordinada y de alto nivel para limitar las capacidades nucleares del país en cuestión, en un contexto de creciente tensión internacional.

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Los bombarderos stealth B-2, equipados con la capacidad exclusiva de transportar la poderosa bomba GBU-57, conocida como “bomba anti-búnker”, llevaron a cabo una operación sin precedentes en la historia militar. La GBU-57, la carga bélica más pesada en el arsenal estadounidense, pesa aproximadamente 13.600 kilos y está diseñada para penetrar profundamente en objetivos subterraneos, como instalaciones nucleares underground. Con una capacidad de penetración de hasta 18 metros de hormigón o 61 metros de tierra, esta munición fue utilizada en un primer despliegue operativo en combate para atacar la planta nuclear de Fordo en Irán, ubicada entre 80 y 90 metros bajo tierra.

El ataque fue llevado a cabo desde bases en Estados Unidos, específicamente desde la base de la Fuerza Aérea en Whiteman, Misuri, tras un exhaustivo recorrido que incluyó reabastecimiento aéreo y un itinerario que atravesó el Mediterráneo, Israel, Jordania y Irak, según un mapa divulgado por el Pentágono. Paralelamente, desde un submarino, se lanzaron más de 24 misiles contra la planta de Isfahan, en un operativo coordinado para debilitar las capacidades nucleares iraníes.

El uso de estas armas refleja la complejidad y la sofisticación de la operación, conocida como “Martillo de Medianoche”. Caine, un analista militar, destacó que esta fue la segunda misión más larga realizada por un B-2, con una duración aproximada de 37 horas, solo superada por los vuelos posteriores a los ataques del 11 de septiembre de 2001. La operación generó incertidumbre sobre el nivel de conocimiento y participación de los países de la región, aunque Israel afirmó haber coordinado el ataque con Estados Unidos, sin participación directa de aeronaves israelíes.

En el contexto regional, las fuerzas de Estados Unidos mantienen un estado de alerta máxima en Irak, Siria y el Golfo, preparados para responder ante cualquier posible represalia iraní. La situación sigue siendo delicada, y expertos advierten que una escalada podría tener consecuencias impredecibles para la estabilidad en Medio Oriente.

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