Pablo Biró: fusión con UALA y el comienzo de la "purga" de pilotos

Nuevo capítulo del «señor de los cielos», el Moyano de los aviones que suma poder.

Investigación 08 de febrero de 2022 Luis Gasulla y Federico Teijeiro
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El martes 8 de febrero de 2021 será un día que se recordará. La Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA), que nuclea a los pilotos de Austral Líneas Aéreas Cielos del Sur (AU), desaparecerá. Será devorada por la Asociación Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), que agrupa a los pilotos de Aerolíneas Argentinas (AR) y que maneja Pablo Biró. El denominado “Señor de los Cielos” comenzó la “purga” de disidentes.

La reunión está programada para este martes, 8 de febrero, a las 13 horas en la sede de APLA, en la calle Lezica 4031, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En la convocatoria, realizada el 31 de enero, el gremio conducido por Biró estableció lo que será el orden de día. Más allá de la firma de dos asambleístas, el único punto es “Fusión APLA – UALA”. El Moyano de los aviones, como lo denominaron algunos de sus afiliados, se vino preparando fuerte para esta cita.

La fusión de ambos gremios se viene negociando desde hace tiempo. En la mesa chica se hicieron arreglos para la ocasión. Hubo un tire y afloje de ambas partes, pero al final, acordaron. Uno de los puntos en los que no hubo discusión fue en hacer una “purga” de nombres; todos y cada uno de ellos fueron o son críticos de cómo se manejan y se conducen los gremios. Así unificaron “listas negras”.

Biró le exigió a la compañía estatal que corte cabezas. Aerolíneas Argentinas nunca fue consultada. Al enterarse, no preguntó y obedeció, así lo consignaron fuentes internas. Más aún, el departamento de Legales, ni ninguna otra área de la empresa estatal, estaban al tanto hasta el momento de enviar los dos primeros telegramas de despido. Así comenzó la “purga”.

Hace poco menos de 15 días, la línea de bandera despidió, sin causa, a dos pilotos: los comandantes Sebastián Favre y Eduardo Claro. El primero hizo toda su carrera en Aerolíneas Argentinas, mientras que Claro hizo lo mismo en Austral.

Favre se negó a leer una proclama gremial en pleno vuelo, bastante atemorizante, a los pasajeros del AR1892, con destino a Ushuaia. Tan grave fue aquella situación para APLA, que no contempló que no se acataran ordenes, que el entonces prosecretario, Santiago Giroud, lo amenazó, aseguran las fuentes consultadas. Lo que sucedió a partir del día siguiente fue mucho peor: persecución, discriminación y aprietes. Si hasta se imprimieron calcomanías de carneros con la cara Favre y las pegaron por todos lados; incluso dentro de la cabina de los aviones. Apuntan contra Biró y sus subordinados. Por desgracia, esto es solo una pequeña muestra de lo que sufrió desde el 15 de julio de 2018, cuando su destino quedó marcado. Biró afirmó estar sorprendido por la medida y aseguró que hablaría con Pablo Ceriani, presidente de Aerolíneas Argentinas. Todo mímica. No le creen.

El otro caso es el de Claro, comandante de Embraer 190 y último director por la PPP (Programa de Propiedad Participada) de Austral, quien cometió el “pecado” de oponerse a la fusión de ambas empresas estatales. Él advirtió que, si no se tomaban medidas con la flota de aviones, iban a experimentar problemas de disponibilidad. En los días en que se tramitaba la unión de Austral con Aerolíneas, varias fuentes confirmaron que las discusiones de Claro con César López Eleorraga y Gerardo Trucco fueron de alto voltaje, por el tenor y tono. En la mayoría de los casos no terminaron bien. Lo cierto es que, de 76 aviones, 17 están parados. Claro tenía razón.

Los dos casos tomaron mucha relevancia puertas adentro de APLA, UALA y Aerolíneas Argentinas. En el caso de Favre, es evidente que Biró puso su cabeza cortada como ejemplo para aquellos que piensen en no alinearse con el gremio. Una muestra de que no es conveniente no estar de acuerdo con él. El despido sin causa de Claro sorprendió más al “Señor de los Cielos”. Este nunca consideró que Claro estuvo muy cerca de la fusión y, temeroso por lo que habría vivido en aquellos días, reaccionó de muy mala manera. Le podría costar muy caro a Biró la nueva sociedad con Trucco y López Eleorraga.

Favre no comulgaba con la conducción de APLA y Claro tampoco con la de UALA. Según trascendió por fuentes de Aerolíneas Argentinas, fue el mismo Alejandro Morón, gerente de Recursos Humanos, quien manifestó que hay en cola una lista de 25 pilotos, quienes serán despedidos sin causa. O, mejor dicho, por la causa de pensar distinto que Biró.

Los despidos y las amenazas tienen el propósito de intimidar a quienes participarán de la Asamblea General. Nadie quiere sorpresas, menos Biró, quien tiene todo arreglado. Por esto, decidió suspender los 25 despidos en curso y analizar cada nombre en la lista.

La incertidumbre se convirtió en miedo entre los pilotos. Varios comandantes y primeros oficiales consultados comentaron que vuelan intranquilos: no saben si cuando aterricen en sus casas encontraran un telegrama de despido. “Hoy, la seguridad operacional pende de un hilo”, expresó con preocupación un experto en la materia. Esto no hace más que ponerle más presión a la olla.

Biró solo pronuncia palabras vacías cuando garantizó que conversaría con Ceriani por los despidos. Sacando el hecho que es él, y por ende APLA, quien saca de la pista a todo aquel que se atreva a cuestionarlo, el gremio no emitió un comunicado, llamó a una asamblea, pidió una reunión con los directivos de la compañía, entre tantas opciones, sobre los dos despidos. Nunca los defendió y, por ello, le faltó el respeto al estatuto y, sobre todo, sus afiliados quienes trabajan con temor. Hace bastante tiempo que APLA dejó de ser un gremio para todos, para convertirse en uno para unos pocos privilegiados. Y su accionar es más parecido al de una financiera, que a la de una agrupación que, supuestamente, representa y defiende a sus trabajadores.

Trucco y López Eleorraga no serán simples miembros de APLA, sino que tendrán un lugar en la comisión directiva. Todo el capital de UALA, incluida su sede social, ubicada en Vicente López, pasarán a manos de Biró. Una ofrenda o el pago por dos lugares en la mesa chica del gremio. El estatuto de APLA permite fusiones y designar asesores permanentes o transitorios en asambleas. Sin embargo, incorporarse a la comisión directiva necesita que se celebren elecciones; según consigna el estatuto.

Las “decisiones” que allí se tomen serán a mano alzada y a punta de cámara de video. Así quedará registrado el rostro y el voto de cada uno. Seguramente, quien no esté a favor de lo que imponga el “Señor de los Cielos” correrá la misma suerte que Favre y Claro.

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