Segunda vuelta en Uruguay: identidad de Yamandú Orsi y Álvaro Delgado, los aspirantes "parecidos" a la presidencia en la contienda por la presidencia

Uno es docente de historia y se postula por el partido izquierdista del exmandatario José "Pepe" Mujica. Otro es veterinario y es el representante del gobierno actual de centroderecha: Yamandú Orsi y Álvaro Delgado se enfrentan en la elección presidencial de Uruguay este domingo.

Política23/11/2024Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Orsi Delgado

Orsi obtuvo la victoria en la primera vuelta electoral de octubre con el 44% de los sufragios por la coalición de izquierda Frente Amplio, mientras que Delgado logró el segundo lugar con el 27% por el Partido Nacional en el poder, de acuerdo con el conteo oficial de la Corte.

Los especialistas perciben con incertidumbre el resultado de la segunda vuelta entre ambos, y las encuestas de intención de voto otorgan a Orsi una ventaja mínima, que se encuentra dentro del margen de equivocación.

Aunque Orsi y Delgado simbolizan a los dos principales grupos que separan a los votantes de Uruguay, en lo que respecta a políticas públicas se trata de "un enfrentamiento entre dos proyectos que comparten más que discrepancias", afirma a BBC Mundo el politólogo Adolfo Garcé, docente de la Facultad de ciencias sociales de la Universidad de la República, en Montevideo.

"Si numerosas democracias a nivel global se distinguen por una rivalidad política polarizada y marcados contrastes ideológicos, con izquierdas extremadamente de izquierda y derechas extremadamente de derecha, la elección en Uruguay entre Orsi y Delgado se presenta como un balotaje entre dos propuestas extremadamente centristas", indica el especialista.

Orsi cumplió 57 y Delgado, 55. Ambos provienen de Italia y Canaria, ya sea por parte de su padre o su madre.

Ambos descubrieron su interés por la política tras la caída de la dictadura militar en Uruguay (1973-1985), pero finalizaron sus estudios secundarios para ingresar a otras áreas laborales.

El militante de la izquierda obtuvo su formación como profesor de historia, labor que desempeñó en escuelas secundarias públicas del interior de Uruguay hasta 2005, año en el que tomó las riendas como secretario general de la Intendencia de Canelones, el departamento de Uruguay con mayor población tras Montevideo.

Desde 2015 hasta marzo de este año (con una segunda etapa en 2019) desempeñó el cargo de alcalde del mismo departamento, que limita con la capital y donde vivió los primeros cinco años de su existencia en un área rural, antes de que sus progenitores se trasladaran a la ciudad de Canelones para trabajar y residir en un depósito.

Delgado, por otro lado, obtuvo su licenciatura en veterinaria debido a su entusiasmo por la vida en la agricultura, realizó un posgrado en administración agroindustrial y ejerció como productor rural y certificador de campos y refrigeradores.

Posteriormente, el actual aspirante oficialista también se dedicó a la política en el ámbito profesional. Se desempeñó como inspector de trabajo del gobierno, diputado (2005-2015), senador (2015-2020) y secretario de la presidencia del presidente en funciones, Luis Lacalle Pou, hasta el pasado diciembre.

Aunque ambos poseen como mentores políticos a líderes de partidos con un carácter distintivo y popular, como el exmandatario Mujica y Lacalle Pou, los candidatos carecen de mayor carisma y comparten un enfoque que valora el diálogo y la búsqueda de acuerdos antes que el enfrentamiento con sus oponentes.

Ambos respaldan esa manera de actuar en política y han mantenido desde hace tiempo un medio de comunicación directo en el que, de acuerdo con Orsi, pueden expresarse "cualquier cosa" debido a la confianza mutua.

Sus planes gubernamentales también poseen similitudes.

Por ejemplo, indican como prioridad luchar contra la pobreza infantil —que impacta al 20% de los niños menores de 6 años, el doble que en la población total— mediante medidas como la universalización de la educación inicial o la ampliación de las instituciones educativas públicas de tiempo completo.

No se propone un cambio drástico para este país de 3,4 millones de personas, sino más bien transformaciones graduales que protejan su estabilidad convencional.

"En fases, las transiciones acordadas han sido el sostén de nuestra democracia", señala a BBC Mundo la socióloga Mariana Pomiés, a cargo de la consultora local Cifra.

"Todos los candidatos que hicieron propuestas extremadamente radicales en este lugar perdieron y, al presentarse nuevamente, tuvieron que moderar sus propias propuestas", señala.

Orsi obtuvo elevadas votaciones como alcalde de Canelones, mientras que Delgado recibió alabanzas por su actuación durante la pandemia de covid-19.

El estilo moderado e incluso cercano de ambos ha sido un examen particular en esta segunda ronda electoral.

Como sucede habitualmente en los balotajes, los votantes que apoyaron a otros candidatos que no participaron en el duelo final serán los responsables de la elección en Uruguay.

Andrés Ojeda, con un 16% de votos, fue el candidato del Partido Colorado, un partido político de tradición que ha sido parte del gobierno de Lacalle Pou.

Por lo tanto, es probable que la mayoría de los votantes de color elija a Delgado, al igual que los de Cabildo Abierto (2,5%) y el Partido Independiente (1,7%), quienes también forman parte de la "coalición republicana" en la administración.

Los dirigentes de estas fuerzas gubernamentales convocaron a votar por Delgado y, si consiguieran sumar todos sus sufragios en la segunda ronda, podrían vencer a Orsi.

Sin embargo, esos partidos "no desplazan sus votos como un bloque" hacia el candidato que se opone a la izquierda, alerta Rosario Queirolo, experta en politología y docente del departamento de ciencias sociales de la Universidad Católica, en Montevideo.

En realidad, el Frente Amplio, que gobernó en Uruguay desde 2005 hasta 2020, incrementó varios puntos porcentuales en las tres últimas elecciones presidenciales, lo que sugiere un desenlace equilibrado.

"Son escasos los que acaban determinando el desenlace, los indecisos." "Es complicado prever qué va a determinar a estas personas en el balotaje", afirma Queirolo, experta en conducta electoral, a BBC Mundo.

Además, podría ser crucial el comportamiento de aquellos que el domingo votaron en blanco o anulado (5% en total) o de Identidad Soberana, un partido emergente que critica a la "casta política" de Uruguay, que consiguió el 2,7% de los votos.

En el ámbito legislativo, el Frente Amplio obtuvo la mayoría en el próximo Senado, con 16 representantes en el 30. Sin embargo, ningún partido o coalición tendrá el control de la Cámara de Diputados, lo que implica que el vencedor del balotaje tenga que negociar la aprobación de sus proyectos.

Queirolo indica que la principal discrepancia entre la izquierda y la centroderecha en Uruguay radica en su perspectiva sobre la reducción de la desigualdad: mientras que los primeros suelen enfocarse más en políticas de redistribución, los segundos prefieren la expansión económica para disminuir la pobreza.

Con un crecimiento moderado del PIB (3,5% estimado para este año), cuestiones económicas como el desempleo y la inflación se encuentran entre las principales inquietudes de los uruguayos, de acuerdo con sondeos.

Sin embargo, lo que más preocupa a los votantes e incita críticas entre oficialismo y oposición es la inseguridad pública, con delitos violentos relacionados con el narco que hasta hace poco eran desconocidos en el país y una tasa de 10,7 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2023, casi el doble de la de 2005.

Orsi convirtió la "honestidad" en el lema de su campaña después de múltiples escándalos en el gobierno de Lacalle Pou que causaron la dimisión de varios funcionarios.

Por otro lado, Delgado cuestionó a su oponente a denominar "dictadura" al régimen de Venezuela, un acto que finalmente el izquierdista realizó antes de la primera vuelta.

El único diálogo que mantuvieron ambos candidatos para el balotaje se desarrolló sin grandes sorpresas y fue objeto de críticas por lo monótono que resultó.

Garcé alerta que la similitud entre ambas alternativas electorales también conlleva peligros.

"La competencia ideal en una democracia es evitar la polarización, pero tampoco la confusión", argumenta. "Cuando gobierno y oposición se aproximan excesivamente, el propósito de la democracia se desvanece: en esencia, si todos nos proporcionan más o menos lo mismo, perdemos la capacidad de elegir. "Es dramático".

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