El dolor de ya no ser

Análisis y Opinión 30/12/2015 Alicia Panero
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Conocido es por todos, el estado de deterioro de las Fuerzas Armadas, y no solo material, sino moral.
Han sido estos últimos 12 años un mero instrumento para ubicar amigos y un gran lugar de colocaciones. En cada institución militar se cuentan por decenas los nuevos empleados de los últimos meses, como en todas las reparticiones públicas.
Los militares militantes, silenciosos, por propia conveniencia, porque llegar y permanecer ha sido la meta, han contribuido a ese deterioro moral, que convierte al conjunto del Ministerio de Defensa en, como diría mi abuela, el ultimo orejón del tarro.
Hemos quedado en una zona gris, con un Ministerio flamante como el gobierno, pero con conducciones de la gestión anterior, que se afanan por dejar marcada la cancha. Con pases y designaciones arbitrarias en algunos casos, sin que la reacción llegue, el malestar es manifiesto, pero siempre esta esa delgada línea donde es preferible aceptar el abuso de autoridad, que caer en una mal entendida sedición. Muchos militares argentinos son gente, que cree, no tener derechos.
Detrás de cada uno de ellos, hay familias, con trabajos estables, con hijos, con enfermedades, que en las condiciones del país actual, deben ser tenidos en cuenta, hasta donde no afecte el servicio.
El problema es que ellos mismos, la conducción, en retirada, por cierto, argumentando razones de ese servicio inexistentes, al que es capaz de pedir por sus derechos, o quien plantea cuestiones personales, se le pone en pie de guerra, enfrascando a la institución toda, para no dar el brazo a torcer, en persecuciones casi ridículas, como en épocas que ya no queremos volver a vivir, a mujeres que escriben, cuya única herramienta es, ha sido y será la palabra.
Incapaces de desmentir, porque no pueden, entonces golpean a la familia, especulando con esa sumisión que muchos no tenemos, sobre todo ante la injusticia.
Vivimos viendo excepciones por cuestiones poco serias, pero a la hora de plantear una necesidad humana de permanencia en un lugar, la respuesta es el capricho, y claro, el silencio, y la persecución.
Omiten responder la vía administrativa y sacan pases con órdenes de no responder esa vía. Rayando en el incumplimiento de los deberes de funcionario público.
Siguen sin admitir que una mujer que escribe, vinculada a una fuerza, pueda tener voz independiente. Porque para ellos, en general las mujeres solo son elementos decorativos que sirven a los fines de que ellos consigan un cargo más alto, una agregaduría, o algo que les convenga. Callar y ser buenas anfitrionas, organizar un buen te de señoras, e ir a misa.
Pensar, defendernos, publicar verdades, lo tenemos prohibido, hoy en el Siglo XXI.
La zona gris, de la vieja conducción y el nuevo Ministerio, no solo entraña peligros de este tipo de abusos, que pueden afectar en lo personal a algunos, sino otros más graves. El de dejar gente, en puestos claves que pudieran tapar hechos de corrupción del pasado.
En el mientras tanto, desaparecen 6 camionetas del Ejército Argentino, equipadas en Estados Unidos, para intervenciones y seguimientos. Cosas extrañas que ocurrían en la gestión anterior. También se habría quemado en segundo piso del Edificio Cóndor, sede de la Fuerza Aérea, donde funciona la Dirección de Finanzas. Un lugar que debió ser cuidado mas que el poco armamento que hay, para transparencia del cambio de gestión.
Dicen, quienes se animan a hablar intra muros, pero en secreto, que los cuatro jinetes del apocalipsis, así llaman a una cúpula, no querrían soltar, como pasa en general después de 12 años de descontrol.
Deben hacerlo, y el Ministerio de Defensa debe ocuparse del bienestar de todas las personas, y para esto no es necesario convertir una institución vertical en democrática, pero si, hacer que marche al ritmo de la democracia.
Respetar a las mujeres, oírlas, atender sus necesidades, deberá ser un cambio de paradigma institucional.
Aquí no hay fantasías ni delirios, hay hechos concretos inexplicables, y las personas, sean de la condición que sean, un cabo o un comodoro, merecen explicaciones serias, cuando se va a modificar arbitrariamente sus vidas. No existe la resignación para eso, y por eso mismo cambiamos.
La libertad de expresión, no puede hacerse pagar con castigos, con silencios y caprichos.
Pareciera no haber antecedentes de militares casados con periodistas, o si, pero con periodistas que escriben a pedido de la Institución.
He defendido la causa de las Mujeres Ocultas de la guerra de Malvinas, ante la indiferencia institucional, que ahora se toma revancha, que no responde denuncias, que no responde expedientes, que solo da órdenes, desde un lugar casi Bizantino. Ya no son épocas de esas acciones. Ya todo paso, o está pasando.
Voy a defender mi trabajo, el de mi marido y la estabilidad de mi familia, a como dé lugar.
Las familias militares, hemos dado años de sacrificio a la Patria, fuera de nuestro lugar, hoy vemos elegir a los amigos, en perjuicio de quienes no tienen padrinos. Pagamos mucho dinero en ganancias al mes, como si fuéramos gente rica, aceptamos que el Estado Nacional pague, desde hace dos décadas, salarios irregulares llenos de sumas no remunerativas. Hemos ido donde nos han mandado.
“Las chicas bien”, esas mujeres de pilotos de mascaras oxidadas, porque no tienen aviones que volar, se autodenominan, las juezas de las buenas costumbres armadas, dejando a las que piensan más allá, en el bien común, fuera de ese extraño grupo.
El de las mujeres que callan, que soportan, que se someten. La rebelión porque si es en vano, la exigencia de justicia es otra muy distinta. Atentan contra su propio genero, y es algo que en este nivel, no se entiende. Se convierte en pecado no pertenecer a ese grupo.
Espero que para todos los que pasan por esto, el nuevo Ministerio este a la altura de las circunstancias, las cuales son, nada más y nada menos, que las personas, detrás de un soldado. Y no deberían conformarse, como lo han hecho, con que, “es lo que hay”

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