Trump tiene la intención de dominar Panamá y Groenlandia. En esta ocasión no es un chiste.
En los días recientes, el mandatario electo ha solicitado la confirmación del control de Estados Unidos en el extranjero, evidenciando que su filosofía de "Estados Unidos primero" posee una dimensión de expansión.
En días recientes, el presidente electo Donald Trump ha manifestado sus intenciones de expandir el territorio de Estados Unidos, afirmando que posee tanto inquietudes de seguridad como intereses comerciales que pueden resolverse de manera más efectiva al tener el Canal de Panamá y Groenlandia bajo dominio de Estados Unidos o transformándolos en una propiedad absoluta.
El tono de Trump no ha mostrado el humor que se observó en sus constantes sugerencias de las últimas semanas de que Canadá debería transformarse en el "estado número 51" de Estados Unidos, incluyendo sus alusiones en las redes sociales al etiquetado primer ministro de la nación como "gobernador Justin Trudeau".
Por otro lado, al designar un nuevo embajador en Dinamarca —que se encarga de los asuntos exteriores y de defensa de Groenlandia—, Trump hizo evidente el domingo que su propuesta inicial de adquirir la masa continental podría transformarse en un acuerdo que los daneses no puedan rechazar en el futuro mandato.
Parece que Groenlandia está apetitando tanto por su posición estratégica en un periodo en que el deshielo del Ártico está generando una nueva rivalidad comercial y naval, como por sus riquezas en minerales de tierras raras que resultan imprescindibles para la tecnología de punta.
"Por razones de seguridad nacional y libertad global", publicó Trump en las redes sociales, "Estados Unidos de América percibe que la posesión y el dominio de Groenlandia es una exigencia absoluta".
El sábado por la noche, había acusado a Panamá de estafar a los barcos de Estados Unidos que crucen el canal, e insinuaba que, a no ser que eso ocurra, abandonaría el acuerdo de la época de Jimmy Carter que restituía a Panamá todo el dominio de la región del canal.
"Las tarifas que impone Panamá son absurdas", redactó, precisamente antes de un incremento previsto para el 1 de enero. "Esta 'estafa' total a nuestro país cesará de inmediato".
Además, manifestó su inquietud por la posibilidad de que el canal llegara a "manos incorrectas", haciendo evidente alusión a China, el segundo usuario más grande del canal. Una compañía con base en Hong Kong maneja dos puertos próximos al canal, aunque China carece de dominio sobre el mismo.
No resulta inusual que el gobierno de Groenlandia rechazara de inmediato las demandas de Trump, tal como lo hizo en 2019, cuando propuso el concepto por vez primera. "Groenlandia es nuestra", declaró en un comunicado el primer ministro Mute B. Egede. "No estamos comercializando y nunca lo haremos." "No debemos abandonar nuestro extenso combate por la libertad".
La oficina del primer ministro de Dinamarca mostró más cautela, redactando en un comunicado que el gobierno estaba "deseando colaborar con la nueva administración" y no brindó más detalles acerca de las declaraciones de Trump.
Tras la nueva referencia de Trump al Canal de Panamá en su discurso del domingo, José Raúl Mulino, presidente de Panamá, expresó en un video que "cada metro cuadrado del Canal de Panamá y sus áreas circundantes forma parte de Panamá, y continuará siéndolo". Y agregó: "La independencia y soberanía de nuestra nación no pueden ser negociadas".
No obstante, las declaraciones del presidente electo —y las amenazas no tan delicadas que se ocultan detrás de ellas— fueron otro recordatorio de que su interpretación de "Estados Unidos primero" no es una creencia en la separación.
Su enérgica interpretación de la frase hace referencia al expansionismo, o colonialismo, del presidente Theodore Roosevelt, quien asumió el mando de Filipinas después de la guerra entre Hispanoamérica y Estados Unidos. Y manifiesta los instintos de un promotor de bienes raíces que, de pronto, posee la fuerza del ejército más grande del mundo para apoyar su estrategia de negociación.
Frecuentemente, Trump ha sugerido que no siempre ve como venerable la soberanía de las fronteras de otros países. Cuando Rusia invadió Ucrania, su primera reacción no consistió en condenar la evidente usurpación de territorios, sino en considerar que la acción del presidente Vladimir Putin representaba un gesto de "genialidad".
Aún hoy, en la búsqueda de un pacto para concluir la guerra en Ucrania, Trump nunca ha declarado que se deben restablecer las fronteras del país, un requerimiento esencial de Estados Unidos y la OTAN. Solo ha prometido un "pacto" para concluir las batallas.
En las situaciones de Groenlandia y Panamá, tanto los intereses comerciales como la seguridad nacional están en riesgo.
El anhelo de Trump de asumir el control de Groenlandia se manifestó de manera explícita durante su primer mandato, cuando Ronald Lauder, un afamado amigo de Nueva York y heredero de los cosméticos de Nueva York, le inculcó la idea en su mente.
En 2019, en la Casa Blanca de Trump, el Consejo de Seguridad Nacional comenzó a analizar los pormenores de cómo Estados Unidos realizaría una compra de tierras de tal magnitud. Trump insistió con Dinamarca, quien lo rechazó de manera sistemática.
Trump no fue el primer mandatario en proponer el asunto: Harry S. Truman intentó adquirir Groenlandia tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco de una estrategia bélica para evitar la incursión de las tropas soviéticas. Trump podría presentar un razonamiento similar, particularmente en el momento en que Rusia, China y Estados Unidos se enfrentan al dominio de las rutas árticas para el transporte marítimo comercial y naval.
Los especialistas en el Ártico no consideraron la broma de Trump con Groenlandia.
"Ahora no hay mucha gente que se ría de ello", afirmó Marc Jacobsen, docente asociado del Real Colegio Danés de Defensa, cuyo enfoque es la seguridad en el Ártico.
Jacobsen indicó que la respuesta en Dinamarca ante la más reciente propuesta de Trump había sido de ira (un político danés la describió como "una forma inusual de ser un aliado"). No obstante, afirmó que podría ser que los groenlandeses —que han estado luchando por la independencia durante mucho tiempo— busquen utilizar el interés de Trump como una ocasión para consolidar aún más los vínculos económicos con Estados Unidos.
A partir de 2009, Groenlandia posee el derecho a proclamar su independencia; sin embargo, su extenso territorio de aproximadamente 56.000 habitantes continúa siendo muy dependiente de Dinamarca y nunca ha decidido seguir esa ruta. El interés de Trump podría permitir a Groenlandia recibir más inversiones de Estados Unidos, incluso en el sector turístico o la minería de tierras raras, afirmó.
"¿Fue un absurdo cuando Estados Unidos obtuvo Alaska?" ¿Fue una locura la construcción del Canal de Panamá por parte de Estados Unidos?, cuestionó Sherri Goodman, antigua empleada del Pentágono e integrante del Instituto Polar Wilson Center, un grupo de especialistas ubicado en Washington.
Goodman, autora de su obra Threat Multiplier: El clima, el liderazgo militar y la lucha por la seguridad global se enfoca en parte en el Ártico, afirmó que Estados Unidos mostraba un gran interés en garantizar que China, especialmente, no forjara una sólida presencia en Groenlandia.
Las aspiraciones de Pekín en el Ártico han aumentado, y en 2018 presentó proyectos para edificar infraestructuras y potenciar las rutas marítimas abiertas debido al cambio climático. Goodman sostuvo que Estados Unidos debe continuar evitando que China se consolide en la entrada de América del Norte, sin embargo, sostuvo que los groenlandeses tienen la responsabilidad de definir su propio porvenir.
"Deseamos tener todos esos territorios cercanos a nuestro territorio continental para salvaguardarnos y también para prevenir que un oponente lo emplee en nuestra desventaja estratégica", declaró Goodman. "En cambio, hay derecho internacional, orden y soberanía internacional, y Groenlandia continúa siendo un componente de Dinamarca".
En relación a Panamá, es posible que Trump también tenga un profundo resentimiento personal.
En 2018, los oficiales de policía de Panamá detuvieron a la Organización Trump del Hotel Internacional Trump en la Ciudad de Panamá, después de un extenso conflicto legal entre la familia del presidente electo y el dueño principal del inmueble. Luego, se eliminó el nombre de Trump. La compañía contaba con un acuerdo para administrar la propiedad.
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