No miren arriba: la despiadada sátira al populismo de Trump y al kirchnerismo

Análisis y Opinión25/12/2021Luis GasullaLuis Gasulla
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Seguramente, el guionista y director, Adam McKay, se inspiró en Donald Trump más que en Cristina Fernández de Kirchner aunque las similitudes del personaje que interpreta Meryl Streep, con la vicepresidenta argentina, son asombrosas.

No Miren Arriba cuenta la historia de dos astrónomos de bajo perfil que deben emprender una gira mediática colosal para alertar a la humanidad sobre un asteroide que viene en camino a destruir el planeta Tierra. La película se queda a mitad de camino y los críticos estadounidenses la han criticado por la frivolidad del guión que, justamente, denuncia la frivolidad actual de la política y los medios sobre el cambio climático.

En tiempos de pandemia, temores y descorche ante un posible fin del mundo, «No miren arriba» nos regala diálogos hilarantes y frases políticamente incorrectas en tiempos de extrema corrección y films lastimosos y supuestas enseñanzas de vida. Leonardo Di Caprio la rompe pero no tanto como el hijo y jefe de gabinete de la primer mandataria norteamericana interpretada por la citada Streep. Jonah Hill confirma que lo del Lobo de Wall Street no fue una casualidad. Suerte de Máximo Kirchner con humor, «Jason» se ríe de las malas noticias que los científicos les traen en un momento en el que se define el futuro de la presidencia de su madre.

El gobierno norteamericano manejado por la populista Streep que divide a la sociedad y construye un relato en el que los «odiadores» vienen a presentar el apocalípsis, vende ilusiones mientras es manejada como una marioneta por un empresario de la tecnología de las comunicaciones. Campañas de difamación, aprietes a los denunciantes, destrucción pública de sus oponentes pero con un sentido del humor digno del Doctor Insólito de Stanley Kubrick.

Preocupada en su perpetuación en el poder, Streep es sorprendida por los científicos mientras festeja un cumpleaños en el Salón Oval despreocupada del «fin del mundo» que le vienen a anunciar los héroes del film. Homenaje a Alberto y Fabiola de un director que podría haber tenido mucho más material hilarante si se centraba en la Argentina.

Todo hombre tiene su precio y la corrupción aparece en «No mires Arriba» en forma infantil con un Comandante en Jefe del Ejército yanqui que vende aguas minerales y galletas como si fuesen propias. La confusión entre lo público y lo privado, típico del Estado argento, aparece en forma de miniatura en la Casa Blanca.

La división de la sociedad, el fanatismo de los ciegos que eligen no ver aunque las pruebas estén delante de sus ojos -el cometa-, la frivolidad del mundo del espectáculo, el impacto de las redes sociales y la tecnología, la ideologización berreta de todo y un final no apto para los cánones hollywoodenses. Crítica al cine catástrofe, los «malos» triunfan por un rato merced a su egoísmo a costa de la humanidad toda. ¿Cuántas veces nuestros líderes sabían que se venía el caos económico, una corrida bancaria o el aumento de la pobreza, el hambre y la desocupación pero siguieron vendiendo ilusiones mientras se enriquecían a mansalva?

La película nos recuerda a Cristina y a Alberto. El hijo de Streep es un Máximo risueño. Los denunciantes argentos que denunciaron el impacto del cometa también fueron tratados como locos e ignorados durante años por gran parte de la sociedad. El relator del relato, Víctor Hugo Morales, tiene su espejo en el presentador norteamericano que habla de otros temas para que no se hable de la catástrofe ambiental que está por producirse. Todo eso y mucho más nos deja este film que, al menos, nos regala algunas sonrisas y carcajadas en medio de la crisis.

Le falta para compararlo con Kubrick pero No Mires Arriba nos obsequia una película distinta ante tanta corrección actual.

Nos recuerda el poder de los fanatismos y su obsesión por convertirse en el discurso único de la sociedad. La codicia, mata. Su hermano, la corrupción, también.

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