Medicamentos y alimentos: dos decisiones del Gobierno que afectarán la salud y la economía

Dos ministros del presidente Javier Milei se celebraron a sí mismos justo antes del nuevo año, después de anunciar medidas que afectarán la salud pública y la economía de los argentinos.

El ministro de Salud, Mario Lugones, habló sobre el impacto de permitir que ciertos medicamentos de venta libre se vendan en las estanterías, igual que otros productos de comida o de belleza.

El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, también tomó decisiones después de que se decidió limitar la advertencia de los sellos negros en los envases de alimentos que pueden ser perjudiciales para la salud.

Ambos cambios se justifican por supuestos beneficios para la salud y la economía del público, sin mencionar un lado negativo que, aunque se ignore, sigue siendo real.

La meta de cualquier política pública que quiera considerarse buena es que ambos mundos se unan. La balanza es frágil y las consecuencias de estas decisiones pueden generar dudas.

Es curioso que la forma de razonar del médico Lugones sea económica, mientras que la del economista Sturzenegger se enfoque en la salud. Ambos usaron la red social X para explicar por qué obtener analgésicos sin receta o alimentos azucarados sin restricciones es algo bueno.

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El lado positivo de estas resoluciones es, por supuesto, motivo de celebración para los funcionarios. Lugones hizo una publicación emocionada para resaltar el aumento de medicamentos de venta libre que ya están llenando las estanterías, incluyendo fotos como evidencia.

“Así funciona la libertad económica que impulsamos en el sector de la salud: ¡Los medicamentos de venta libre están bajando de precio! Las promociones de diferentes farmacias lo muestran claramente, por el mismo precio que hace un mes comprabas 1 caja, hoy te llevas 2 o incluso en algunos el descuento es del 50%”, afirmó Lugones.

Y agregó: “Es un recorrido que debimos transitar. Generar condiciones para que ANMAT pueda pasar medicamentos seguros y efectivos a venta libre. Luego buscamos que puedan ser exhibidos en góndolas en las farmacias. ¡Ya se ven los beneficios del trabajo que venimos realizando!”.
El reverso en este caso, señalado por los críticos de la medida, es que el acceso sin mínimas barreras a productos que no dejan de ser medicamentos puede conllevar el riesgo de una mayor automedicación de la población.
Al mismo tiempo, el hecho de que cada vez más remedios pasen a ser de venta libre supone que pierdan el descuento en farmacias del 40 por ciento garantizado por la prescripción: una carga menos para obras sociales y prepagas que pasa a abultar la canasta doméstica.

El sello negro como búmeran

Sturzenegger hizo referencia a la idea del sello negro en los alimentos como un búmeran, o sea, algo que provoca un resultado contrario al que se busca.

“El etiquetado frontal con los ‘octógonos’ tiene como objetivo sorprender al consumidor para que evite comprar productos procesados. Sin embargo, podemos identificar dos tipos de efectos. Uno, que podemos llamar 'extensivo', ocurre cuando las personas cambian de productos procesados a productos menos procesados. Sturzenegger afirmó que hay otro tipo, que podemos llamar ‘intensivo’, que sucede dentro del grupo de productos con octógonos.

Aunque en su publicación reconoció que la política de octógonos negros ha disminuido el consumo de azúcar en un 10 por ciento (cuando la gente cambia de productos con sellos a otros sin sellos), añadió: "El problema es que el margen intensivo funciona al revés: al agrupar todos los productos procesados con una advertencia común, la gente tiende a elegir alimentos menos saludables en lugar de los más sanos (¡es como si el gobierno hiciera que todos los productos con octógonos fueran iguales!)." Lo digo sin intención de ofender. "Si un yogurt y un Havannet tienen los mismos sellos, pues... la elección es clara."

Es importante señalar que, según la ley que había antes del reciente cambio, los yogures normalmente llevaban un octógono por tener demasiado azúcar. En cambio, el Havannet tiene cuatro sellos: además del de azúcar, tiene los de exceso en grasas totales, grasas saturadas y calorías.

La pregunta sobre si el azúcar natural de los alimentos, sin azúcares añadidos, debe ser considerado y restado en un sistema de advertencia nutricional es un tema que causa mucha discusión. La postura más dura fue la que se impuso al momento de sancionar la ley votada durante el kirchnerismo.

La nueva modificación, que Sturzenegger llama “de sentido común”, es un aviso para la industria y una corrección que genera algo de incertidumbre sobre sus efectos en la salud pública. Además, la publicidad de productos con sellos negros se ha vuelto más flexible.

La pregunta que no tiene respuesta, debido a ambas iniciativas conectadas, es sobre el tipo de impacto. En resumen, ¿cuál es la mejor manera de etiquetar los productos para combatir el aumento del sobrepeso y la obesidad? Esto es importante para evitar que las personas necesiten medicamentos que, si la tendencia continúa, se puedan comprar sin receta médica y directamente en el supermercado.