Los hombres que no amaban

Análisis y Opinión15/12/2015 Alicia Panero
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Este es el título de una gran novela negra de Stieg Larson, que puede aplicarse a muchos episodios, que vivimos muchas mujeres en diferentes ámbitos.
Siempre he manifestado con claridad y sin dudar, mi pensamiento, nunca lo oculte tras el oportunismo, ni la especulación de esperar algún resultado.
En una Fuerza Armada en Argentina, en el siglo XXI, esto tiene su precio, aunque lo nieguen, o parezca un delirio.

Meterse en cosas de hombres, y de hombres héroes, no es un detalle menor que se pueda dejar pasar por alto, cuando una tuvo la maldición de querer ser periodista independiente y estar casada con un militar, podría decirse que es un oxímoron.
Las mujeres en general, no pueden tener un desarrollo intelectual más rico que el de los hombres, muchos menos manifestarlo, las mujeres de los militares, mucho menos. Esperan de uno, sumisión y sometimiento consentido, algo que no admitiré jamás.
He sido siempre muy crítica de las conductas machistas institucionales, pero siempre lo hice con profundo respeto, y no ha sido reciproco.
Haber incluido en la historia a las mujeres que participaron de la Guerra de Malvinas, como he dicho muchas veces, es algo que no debí hacer, para algunos jefes, y me lo han hecho saber, a manera de rumor, y de manera concreta, poniendo en riesgo la estabilidad de mi familia, pegando estos cobardes, por el lugar más básico, que por básico era el menos pensado.

Allá por el mes de octubre, de manera extemporánea, le comunican a mi marido, un laburante militar, que solo cometió el error de permitirme ser libre, que su carrera a punto de concluir, terminaría en un placar en el Edificio Cóndor en Buenos Aires.
Todas las profecías que indicaban y me indicaban “cállate que le vas a cagar la carrera a tu marido” se cumplieron. Sin entender yo porque, o si.
No disciernen, no saben de libertad ni de pensamiento crítico. Les di la oportunidad de salvar la estafa histórica de haber ocultado a las mujeres, y solo recibí silencio. Y venganza.

De parte del Ministerio de Defensa saliente, de la conducción de la Fuerza Aérea, a cargo aun hoy del Brigadier Mayor Mario Callejo, del director del Departamento de Material Brigadier Ezequiel Gil y del di-rector del Departamento Malvinas Comodoro Mayor Alejandro Vergara.
Jamás ninguno de ellos hablo conmigo cara a cara, a pesar de que realicé las denuncias correspondientes por persecución ideológica, ante la subsecretaria de Derechos Humanos del Gobierno de la provincia de Córdoba, y las Oficinas de Genero de la Fuerza Aérea, que en la gestión anterior, y espero que ya no en esta, solo se ocupan de defender los intereses de los militares.
No han tenido el coraje de explicar ni demostrar que no se ha tratado de persecución ideológica, ni de violencia institucional, simplemente han negado conocerme y dicen ignorar mi trabajo. De nada importan las pruebas aportadas. No conocen mi existencia, como toda respuesta.
Mi trabajo no será el último, ni el mejor, pero es primero, y aun el único, ampliamente difundido aquí y afuera, y eso es algo de lo que no me haré cargo.
El impacto social, no soy yo, sino la temática, oculta por 32 años, por unas Fuerzas Armadas machistas y patriarcales que esperan de sus mujeres algo que yo no les puedo dar. Y por el pleno ejercicio de la libertad, no se me puede culpar por eso.

Las persecuciones existen, solapadas en razones del servicio inexplicables e inexplicadas. En un país sin hipótesis de conflicto, sin objetivos de existencia concreta, al menos hasta ahora, esas razones del servicio se esfuman.
Estos episodios desnudan una realidad que siempre existió, pero que se potencio estos últimos 12 años, la de las camarillas de brigadieres que acomodan amigos, la de los padrinos, con que los que hay que negociar los mejores destinos, y con los que no contamos, simplemente, porque somos trabajadores, no pertenecemos a ningún grupo vip de “ acomodados”
No han atendido razones de carácter humanitario, para no separar a mi familia, si cuando se hizo un expediente interno, por esas razones, y por no plantear en el mis denuncias, queriéndome hacer caer en la trampa, han accedido a repensar el destino de mi marido, pero fuera de su especialidad. La venganza, el escarmiento.

Señores, ustedes están en retirada, eso los diferencia de mi, jamás serán libres, porque cargaran la obsecuencia con un gobierno que se ha caracterizado por perseguir a los que pensamos diferente.
Yo seguiré ejerciendo mi libertad de expresión, nada temo, porque na-da debo, porque todo lo que he conseguido lo conseguí sola, a pesar de ustedes, e incluso de algunas mujeres a las que di luz, pero que no comprenden aun, que no es necesario someterse para que la Institución las acepte.
Los hombres que no amaban a las mujeres, son aquellos que persiguen, los cobardes que infunden temor, los que no dan la cara, los que niegan nuestras existencias, como si con una magia extraña, pudieran hacernos desaparecer.

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